México: el eterno pueblo durmiente



No puedo evitar enojarme con todo esto que está pasando en México de la Reforma Judicial. Me enoja muchísimo, me hierve la sangre. El problema es que la sangre ya no me hierve contra el gobierno o los malos políticos que nos rodean. La sangre me hierve contra el pueblo, contra nosotros los flojos, los dormidos, los sucios que no hacemos nada en todo el año pero que bien salimos a marchar cada que las cosas se ponen muy mal.

    Si alguien tiene la culpa de todo lo que está pasando en México ahorita es el ciudadano flojo. Podría decirle apático, podría llamarlo desesperanzado, pero la verdad es que la mayoría de los ciudadanos ni son apáticos ni son deseperanzados, más bien son gente que piensa y cree "Que las cosas se pueden dejar para mañana y sino, alguien más las va a hacer". El ciudadano en México es tan flojo, que la ciudadanía se ha reducido al voto, la participación politica a marchas en Reforma y el diálogo a twittear.

    Si algo he aprendido en los últimos años, es que el pueblo organizado puede hacer lo que le de la gana. Incluso lo reiteré las últimas semanas con los movimientos de jóvenes contra la Reforma al Poder Judicial. El problema es que ciudanía no es participar cada que las cosas cuelgan de un hilo, ciudadanía es involucrarse por el bien común incluso cuando parece que no hay mal en el mundo. 

    Y si, yo sé que hay gente muy ocupada, yo sé que hay gente que apenas y tiene para comer así que su última preocupación es la participación política. Pero yo creo, que si tuviste la suerte de ser alguien que recibió educación, de ser alguien con por lo menos una pizca de pensamiento crítico, sí está en tu obligación participar y preocuparte por las adversidades de tu país. La Reforma Judicial no fue aprovada porque un senador traicionó al PAN. No, la Reforma Judicial fue aprovada por todos aquellos que pudiendo haber participado, dejaron que las cosas pendieran de un hilo. Vivimos en un México donde la democracia es gobernada por un monopolio de partidos políticos. Donde un partido se aprovecha de la ignorancia y el otro de la flojera.  Las cosas serían diferentes si unos tuvieran educación y otros fueran activos. El problema es que, la educación es algo muy dificil de obtener, mientras que el ser activo, el no ser flojo, es algo que cae completamente en la libertad del individuo. Y es que, si lo pones a reflexión, la gente que ocupa el poder, la gente que mueve hoy los hilos de México, es gente que no fue floja. Gente que se supo mover, gente que lo intentó tantas veces hasta que lo logró, gente que sobre todo, pensó.

    Soy consciente de que la política en México es una mierda. De que si eres político o matas o te matan, de que es imposible llegar al poder sin trapos sucios. Si, por supuesto que sé todo eso. Pero política no solo es militar en algún partido político. Política es toda acción encomendada al bien común. Y como gente cuyo fin es el bien, tenemos esa responsabilidad de buscarlo y compartirlo al otro. Este no es un llamado a que todos los ciudadanos vayan y tomen Palacio Nacioanl. No, este es un llamado para que nos organicémos y tomemos riendas de aquello que todavía controlamos. Como ciudadanos, México nos pertenece. Así que es nuestro deber hacer lo que podamos hacer mientras todavía tengamos chance de hacer. 

    Vivimos en un México donde la política es blanco o negro y el pueblo grita por una escala de grises. Hay que crear esa escala de grises. Participemos en serio, hay que crear propuestas, movimientos, campañas. Hay que escuchar las noticias, informarnos, saber quienes son nuestros senadores, diputados, alcaldes. Conocer a nuestros vecinos, luchar por nuestra cuadra, nuestra calle, delegación, municipio, estado. Organizarnos, dialogar, voltear a ver al otro. Yo no pido que uno iniverta sus ahorros en iniciativas y campañas (aunque hacerlo no estaría mal), yo pido que la gente invierta su tiempo y su razón. Sea como sea, hay que hacer algo y hay que hacerlo ya.  Literalmente, antes de que sea demasiado tarde y ni el tiempo, ni la libertad, ni la razón nos pertenezcan.

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